Por más vueltas que le doy… ¡no me queda otra! os aseguro que es muy difícil decidirte por un lugar en concreto ¡hay tantos sitios interesantes de los que hablar…! pero mi primer post tengo que dedicarlo a la ciudad de Alicante como un pequeño homenaje al lugar donde vivo.
Todos conocemos las playas de Alicante, el Castillo Sta. Bárbara, la Explanada… todos son enclaves que merece la pena conocer y disfrutar en una visita turística por la ciudad pero no de todos es tan conocido un pequeño parque situado frente a la Plaza de España. Bueno… los alicantinos sí que lo conocen pero no tantos conocen su historia. Por lo menos yo, que llevo casi toda mi vida aquí, hasta hace poco la desconocía y verdaderamente es una de esas historias que merecen la pena mantenerlas vivas en nuestra memoria, sobre todo porque trata de un hombre que en menos de un mes demostró la valía que puede tener un político con verdadera vocación de servicio a la comunidad. ¡¡¡Con lo bien que nos vendría alguien así hoy en día!!!.
El Panteón de Quijano, que así se llama el parque, se terminó de construir oficialmente en 1857 como homenaje de los alicantinos y diferentes pueblos de la provincia, a D. Trinitario González de Quijano, en agradecimiento a su labor durante la epidemia de cólera que invadió estas tierras tres años antes.
Bueno, vamos a la historia en cuestión que me enrollo y no puede ser.
Días difíciles
El verano de 1854 fue para los alicantinos y los habitantes de la provincia de los más duros de su historia. El 9 de Agosto se producen en Alicante los primeros casos de una extraña enfermedad: el cólera morbo. Esta se trasmite a través de la comida y el agua contaminada provocando en el enfermo fuertes vómitos, diarreas y calambres que en pocas horas le llevan a la muerte.
Pasados unos días desde la aparición de los primeros casos de la enfermedad, el que hasta ese momento había sido Gobernador Civil de Alicante, D. José María Montalvo, dimite de su cargo por problemas políticos en el país siendo nombrado nuevo Gobernador Civil de la ciudad D. Trino González de Quijano el día 16 de agosto, un vasco de Guetaria de 47 años. Pocos adivinan en este momento la importancia que tendrá para sus vidas la figura de este hombre.
Los alicantinos que tienen la oportunidad de salir de la ciudad huyen a los pueblos y fincas de los alrededores, con la esperanza de dejar atrás la enfermedad, pero definitivamente la epidemia acaba extendiéndose por la provincia: Alcoy, Cocentaina, Monforte del Cid,…
Y he aquí donde Quijano irrumpe de forma decisiva tomando las riendas de una situación fuera de control y en la que se implica personalmente visitando a enfermos que, en muchos casos, se mueren en sus brazos.
El día 23, Quijano publica un edicto en el que obligaba la apertura de todos los establecimientos públicos y tiendas de comestibles, en el que avisa "duros castigos y sanciones a los especuladores que vendan artículos de primera necesidad a sobreprecio. Y lo pido con la franqueza proverbial de los vascos".
La mayoría de los sacerdotes han huido de la ciudad y Quijano, ese mismo día 23 de agosto, escribe al obispo de la diócesis, Félix Herrero Valverde, haciéndole responsable de esta fuga e indicándole que les obligue a volver, al mismo tiempo, le exige que se persone en Alicante en un plazo de 48 horas para ayudarle a confortar a los enfermos y dar ejemplo.
Quijano implantará una serie de medidas para controlar y atajar la epidemia. En próximo post descubriremos en que consistieron, así como el desenlace de esta historia que espero os haya enganchado tanto como lo hizo conmigo ;)
Conoce el desenlace de esta historia en el siguiente post: Panteón de Quijano, un paseo diferente - 2ª parte
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